En 1951, Rogers publicó su libro "Terapia Centrada en el Cliente", en el que describió su enfoque revolucionario para la terapia. Rogers creía que las personas tenían la capacidad innata de autorrealizarse y que el terapeuta debía ser una figura no directiva y empática que ayudara al cliente a explorar sus propios sentimientos y pensamientos.
La teoría de Rogers se centró en la importancia de la relación terapeuta-cliente y en la construcción de un ambiente seguro y no-juzgador en el que el cliente se sienta libre para explorar sus emociones y experiencias. Rogers creía que la empatía, la aceptación incondicional y la congruencia eran claves para una relación terapéutica efectiva.
Además de su trabajo en terapia, Rogers también trabajó en el desarrollo de programas de educación y formación para terapeutas. Sus ideas y enfoques han influenciado en la psicoterapia humanista y han sido adoptados por terapeutas de todo el mundo.
En 1980, Rogers recibió el Premio Nobel de la Paz por su contribución a la paz y a la comprensión humana a través de su trabajo en psicoterapia, y su enfoque centrado en el cliente sigue siendo una parte importante de la psicoterapia contemporánea.